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domingo, 3 de febrero de 2013

Haz que suceda

Hemos salido a pasear por un parque cercano a casa. Cogidos de la mano. Él me mira y sonríe. Vale millones esa sonrisa porque me está diciendo: acércate… y a mí se me quita el miedo de ser yo misma. 
Hoy no hablamos de trabajo. Preferimos otros temas. Él me ha prometido no desvelarme el final del libro que después me dejará y yo le he prometido no contarle el final de la película durante la que anoche se quedó dormido.

Su mano está caliente, al contrario que la mía, que siempre está fría. Y suave. Es en estas pequeñas cosas en las que pienso cuando estoy con él. Me siento tranquila y el mundo gira despacio, ordenado. Parece que no hay recortes, que no hay ERES, que no hay desempleo. Que durante un instante puedo olvidarme de todas las manifestaciones a las que hemos acudido como forma de protesta y disconformidad con la política del gobierno de turno.


Pero sólo es eso, un instante. No podemos dormirnos en los laureles. La corrupción, el abuso de poder, las mentiras nos devuelven a la realidad... y somos la ciudadanía quienes podemos cambiar la sociedad, construir el mundo en el que queremos vivir y con quién queremos vivir. Porque es siendo conscientes de esta situación, actuando y protestando como realmente podremos dedicarnos a nuestros sueños, de otra forma, habremos permitido que otros nos los arrebeten.