domingo, 30 de enero de 2011

Cuento: El igloo

Cuenta una vieja leyenda que, hace cientos de años, en el centro de un bosque de abedules unos carceleros habían construido un igloo. En el igloo, según los habitantes del pueblo más cercano,  se encontraba encerrada una mujer acusada de saber escribir buenos cuentos. 

Todos los años la gente del pueblo asistía a un perigrinaje de hombres valerosos e intrépidos que acudían al lugar seguros de conseguir la liberación de la mujer. Pero todos regresaban y comentaban sorprendidos que ni el fuego había conseguido derretir el hielo ni los picos abrir un agujero.

Cuenta también la leyenda que un año, no hace mucho tiempo, se adentró en el bosque una niña con tan sólo un libro viejo y desgastado. Se sentó al lado del igloo y comenzó a leer. A medida que el cuento avanzaba, caían pequeñas gotas del igloo. Poco a poco el hielo se hacía más débil y se transformaba en agua. Cuando la niña terminó de leer el cuento, el igloo había desaparecido y sobre un gran charco de agua se levantó una mujer y dijo: -Gracias. Has traído mis cuentos.

sábado, 29 de enero de 2011

Cuento: El disfraz

Había una vez un niño que, desde el primer día de colegio, acudía disfrazado de Spiderman a clase.
-Mario, ¿por qué vienes a clase vestido así? No es carnaval- le preguntaban el resto de niños y niñas y, seguidamente, se echaban a reír.
-Mario, ¿por qué vienes a clase vestido así? Al menos, quítate la máscara para que veamos tu cara- le preguntaba la maestra.
-Mario, ¿por qué vas a clase vestido así? Mira que ropa más bonita te hemos comprado- le comentaban su madre y su padre arrepentidos de haberle regalado aquel disfraz.


Pero Mario nunca respondía ni le importaban lo que pensaran los demás. Y pasó octubre, noviembre, diciembre y enero y Mario continuaba con su disfraz. En clase todo el mundo se había acostumbrado y ya nadie le prestaba atención.


Llego la semana de carnaval y el viernes todos fueron disfrazados para celebrar una gran fiesta. Aquella mañana Mario salió corriendo de casa, sin esperar siquiera a que sus padres se levantaran porque quería ser el primero en llegar al cole. ¡Adoraba las fiestas de disfraces!


- ¿Y tú quién eres? ¿Por qué no vas disfrazado? -le preguntaban sus compañeros.
- Soy Spiderman. Y si voy disfrazado... ¡de Mario!
-¿Y tú quién eres? ¿Eres nuevo? ¿Por qué no vas disfrazado? -le preguntaba la maestra.
-Soy Spiderman. Y sí que voy disfrazado... ¡de Mario!

Después de clase, como cada viernes, el padre de Mario le esperaba en el coche para recogerle y visitar a su abuelita.
-Ey, chaval, ¿qué haces? Sal del coche -dijo el padre de Mario al ver a entrar a Mario- Estoy esperando a mi hijo.
-Hola papá. Soy yo. ¿Te gusta mi disfraz?



jueves, 27 de enero de 2011

Mis manías culinarias

Son pocas. Es fácil complacerme. 
  1. Nada de salsas
  2. Nada de aceitunas, berenjenas, pepinillos y similares
  3. Nada de exotismo ni nada que a primera vista no se sepa qué alimento es
  4. Nada de ensaladas
  5. Nada de hamburguesas
  6. Nada de yogures 
  7. Nada de zumos
  8. Nada de refrescos
  9. Nada de alcohol
Y me pregunto yo, ¿procederé del Planeta Tierra o habré sufrido en algún momento algún trauma?

miércoles, 26 de enero de 2011

Las pesadillas, pesadillas son... Espero

A mí soñar me gusta porque así es más divertido dormir. Pero no soñar cualquier cosa, claro.

Llevo cerca de dos años con un sueño recurrente y, a mi pesar, no un sueño erótico. ¡Cachis! Cada cierto tiempo en lo que comienzan siendo unas plácidas noches me las tengo que ver con toros bravos de pelaje negro y brillante que misteriosamente corretean por la calle. Yo paseo tranquilamente, sin ser consciente de haberme metido por despiste en el recorrido de un encierro, y, de repente, ahí están, detrás de mí y sin ningún sitio donde refugiarme. Lo bueno de los sueños, bueno, en este caso, pesadilla, es que tienen algo en común con las películas: te libras por los pelos. Así que, de algún modo, siempre encuentro un árbol, una escalera o un callejón donde el pitón del toro no me alcanza por las antenas de una abeja. ¡Uf!

Intrigada por tanto soñar con toros y, tras hacer instrospección y reconocerme a mí misma que no siento ningún interés oculto por las fiestas taurinas, busqué en Google el significado de este tipo de sueños. No sé si esto es algo muy útil pero me levantaba tan asustada que me dije: Noelia, coge el capote y la espada, que mal acabas. Y eso hice.

En general, se decía que una posible interpretación era el peligro, sentirse amenazada (¿la amenaza fantasma?). Y si el toro era de color negro, mayor peligro. Pues bien me iba a ir, que más carbón el toro no podía ser. Yo pensaba y pensaba pero no se me ocurría nada que en mi vida real pudiera estar a mi acecho, y mis pesadillas sobre persecuciones no cesaban.

Anoche fue la última que volví a soñar con estos animalejos. Y bueno, algo más positiva me levanté. Ya más que toros eran especie de vacas con cuernos gigantes y su color era más marrón y no andaban tan sueltos, intentaban cornearme, por supuesto, pero ya era más difícil. Estaban dentro de un espacio vallado. Quizás se trate de un progreso y la próxima vez ya sueñe que estoy en una capea con un becerrillo más asustado que yo.

lunes, 24 de enero de 2011

De lunes

Un lunes siempre es raro. Yo me he levantado con burbujitas en la nariz y me he sentido como una botella de Coca-cola. Sí, burbujitas que se  me subían a la cabeza y me producían palpitaciones. Paraban y vuelta a empezar. Una experiencia algo extraña, ¿no os parece?

Desconozco si este incidente tendrá algún efecto sobre mi cerebro, quizás se comience a llenar de aire, se empiecen a formar bolsas cada vez más grandes que desplacen sin compasión mis ideas y a un lugar cada vez más pequeño hasta que, por fin, estallen, como una pompa de jabón. ¡Pum! ¡Pam! ¡Pum! Todo mi aprendizaje de estos 32 años: fuera!!! 

Me quedaría con un cerebro vacío... que podría llenar de NUEVAS IDEAS, NUEVOS CONOCIMIENTOS, NUEVAS EXPERIENCAS...Sería, por tanto, una oportunidad de reinventarme y de mejorar. ¡Más burbujitas, por favor!

domingo, 23 de enero de 2011

Cuento: Sobre un hombre y un país


El 3 de mayo de 2005 llegó a La Anchura, un país chiquitito, un gran hombre; los 695 habitantes estaban tan obnubilados con su aparición que le regalaron una cesta con pasteles, pastas y bombones.
A los dos días, los ciudadanos se reunieron en consejo y aprobaron por mayoría que aquel hombre era un poquito más gran hombre de lo que habían creído al principio. Por este motivo, en agradecimiento a su presencia en sus tierras le obsequiaron con un jamón serrano, un queso curado de oveja y un chorizo ibérico.
Pasaron siete días y la gente de aquel lugar se agolpaba en corros en la plaza principal para hablar y cotejar sus opiniones. Todos acordaron que no habían sido lo suficiente amables y atentos con la venida del gran hombre así que entre todos pusieron un bote en el bar El Dinero y le homenajearon con una cena que consistía en: entrantes de ibéricos, marisco, y croquetas. Después lubina al horno y cordero asado. Y de postre: tarta de chocolate con helado de nata.
Después de un mes, los ciudadanos de La Anchura continuaban reuniéndose en corrillo; pero en esta ocasión tomaron una decisión bastante distinta de las aprobadas hasta el momento: ampliar sus fronteras ya que advirtieron que no tenían un gran hombre sino simplemente un hombre grande.

sábado, 22 de enero de 2011

Cuento: La niña del quinto y los escalones


El portero observaba curioso todas las tardes a la niña del quinto. La niña del quinto miraba con precaución al portero que con ojos inquisitorios subía las escaleras detrás de ella y después se marchaba sin decir nada.
Pero una tarde de jueves que el portero siguió, como de costumbre, a la niña del quinto, se atrevió a preguntarla:
- Niña, ¿por qué subes andando si el ascensor no está estropeado?
- Sesenta y cuatro, sesenta y cinco... No me interrumpa señor Cándido, que voy a perder la cuenta. Sesenta y seis, sesenta y siete -continuó la niña ensimismada.
- Pero niña, ¿por qué cuentas todas las tardes los escalones?
- Señor Cándido -la niña se giró, frunció el ceño hasta formar casi una "v" perfecta y apoyó sus manos en la cintura- , le prometí a mi mamá que nadie nos robaría los escalones.